Paseo por la Avda del Oeste, camino al salón “Centro Cultural de Ibercaja” a la presentación de «Diosa de tierra y metal», ópera prima de Marisa Alemany. Hay charcos por todas partes y amenaza el cielo con caer de nuevo sobre nosotros. No es una amenaza vana ya que el día anterior se precipitó sobre Valencia una tromba de agua que ha obligado a más de un amigo a plegar velas y quedarse en casa arreglando las catástrofes originadas por la lluvia en garajes, jardines, suelos y muebles.
Al llegar al número 17, esquina con la calle Calabazas, encuentro a la autora en la encrucijada, en la puerta de la sala, para recibirnos. Es fácil pasar de largo ante la entrada que se confunde con una oficina de banco más. El sitio es bello, en frente del Mercado Central, uno de los lugares más típicos de Valencia.
Allí nos encontramos a la gente de Marisa. A muchos no los conozco, como a sus amigas de los círculos de mujeres y espiritualidad oriental que frecuenta. Esos círculos tienen mucho que ver con la génesis de la novela de la que vamos a hablar.
Saludo a varios autores de Editorial Vinatea, para la que trabaja Marisa de forma altruista: Salva Raga, Alfredo Cot, Alicia Muñoz, Carlos Gracia… Hay tantos que temo dejarme alguno. Estamos por supuesto todas las compañeras de Proyecto Artemisa (Elena Denia, Cruz Gabaldón, Eva G Guerrero, Ana Lozano y yo misma), salvo Míriam Iriarte que no ha podido acudir por motivos laborales (la vida es así). Han venido los amigos de Ins-omnium, un grupo de relatistas de scifi con los que escribimos antologías del mismo nombre. También se encuentran aquí los compañeros de la Tertulia del Copón, con los que cada semana nos reunimos en La birra de O’Brian para hablar de cine. Susana Gisbert, autora del prólogo, llegará al final porque se encuentra dando un curso. Lo mismo pasará con José Luis Rodriguez, de Bibliocafe, uno de los dinamizadores de esta Valencia cultural y fantástica que se despereza y que yo creo que dará que hablar.
Hay grupos de conversaciones mientras esperamos en la sala a que lleguen los rezagados. La gota fría no perdona.
Por fin Marisa se sienta a la mesa junto a Marina Lomar, Victoria Cano y Juan Miguel Aguilera.
Marina Lomar, profesora de la universidad de Castellón y gran feminista, es la encargada de dar comienzo a la charla. Presenta a los invitados: la autora del libro, la de la portada (Victoria Cano) y Juan Miguel Aguilera, que no necesita presentación, al menos para nosotras. Marina, nos habla de sus sensaciones con la novela: de esa ambientación tan bien conseguida; de Jyoti, la protagonista adolescente que se ve obligada a madurar con su padre muerto y su madre desaparecida; de la espiritualidad y sensualidad que rezuma todo el libro, palabras en absoluto incompatibles en el universo que crea Marisa: un mundo femenino de mujeres diosas en comunión con la naturaleza, enfrentadas a la tecnología que defienden los solárides. Marina nos explica cómo la historia trata de llegar a una conciliación entre ambas fuerzas en un final sólido, pero que promete nuevas aventuras en el Cúmulo de las Tres hermanas.
Victoria Cano, autora de la portada, nos cuenta cómo descubrió la novela que había escrito Marisa y cómo inmediatamente se sintió cautivada por esas mujeres fuertes, dueñas de su propio destino, y quiso ilustrar la novela. Suyo es el dibujo del rostro de Jyoti, que atrae enseguida nuestra atención. En la cara de la protagonista se amalgaman tecnología (la diadema que debe llevar para proteger su salud) y naturaleza (esa melena que va adquiriendo los colores intensos del planeta Pratiki de las shaktis, las diosas de la novela).
Juan Miguel Aguilera, ilustrador y escritor, conoce a la autora desde hace años, pero entró en contacto con el mundo de las Shaktis en el relato que escribió Marisa Alemany para la antología “Antes de Akasa-Puspa”. Fue allí donde cobraron vida sobre el papel escrito el planeta Pratiki y sus diosas únicas. A Juan Miguel le llamó la atención ya entonces la visión positiva que ofrecía el universo de Marisa sobre la espiritualidad, un aspecto en el que contrasta con la mayoría de la ciencia-ficción escrita, que suele minusvalorar la experiencia religiosa como pensamiento mágico y supersticioso. Juan Miguel piensa que la novela está llamada a constituir un nuevo subgénero dentro del fantástico precisamente por esa espiritualidad femenina de la que hace gala.
Marisa nos habló de cómo sus experiencias personales han ido modelando esta historia a lo largo de los años, de los círculos de mujeres y espiritualidad oriental que ha frecuentado y que han influido tanto en su obra. Contó lo importante que fue para ella el taller de fantasía y ciencia ficción que organizó Bibliocafé, de cómo allí surgió el germen de lo que somos como grupo y cómo podríamos considerar a Juan Miguel el padrino de Proyecto Artemisa por la importancia que ha tenido en su génesis y sigue teniendo como maestro y amigo.
Marisa habló también de la construcción de su novela, de las dificultades que encontró y cómo consiguió resolverlas. Agradeció a Susana Gisbert su generosidad al escribir el prólogo, a Victoria Cano su portada y a Ediciones El trasbordador el haber creído en la historia y haberla publicado con una edición tan cuidada.
Como amiga y como parte de Proyecto Artemisa, fue un placer estar allí y compartir luego un rato con la autora y nuestros amigos. Confieso que ya había leído la novela este verano, como lectora cero. Hago mías las opiniones que expusieron Marina, Juan Miguel y Victoria. Un universo nuevo, original y fresco. Empoderamiento femenino. Defensa de naturaleza, sin desdeñar la tecnología. Una protagonista atractiva. Una trama interesante. Un final con posibilidades. Añado una preciosa portada y una cuidada edición. Por ello, os invito a todos a leer “Diosa de tierra y metal”.
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